Hace algún tiempo, cuando tenía una platica más o menos seria con mi hermano, sobre mi retorno al lecho paterno después de un par de años de ausencia, me contó una de sus tantas visiones sobre esto que llamamos vida. Me dijo que el veía a esto como una serie de televisión donde los eventos están acomodados como temporadas, habiendo algunas buenas donde los eventos se suceden continuamente de forma vertiginosa y entretenida (al menos para quien esta observando), otras malas donde todo es soporífero y la única forma de subir los niveles de audiencia es con eventos incongruentes que no se volverán a repetir (como aquella cita con ese portento de muchacha a la que siempre quisiste saludar y con quien después no volverás a hablar), pero en todas teniendo personajes de apoyo que favorecidos o no por el aplauso del publico podrán seguir en los capítulos o ameritar un largo deceso en el limbo del apoyo argumental. La rotación es importante para mantenernos cautivados, los personajes entraran, volverán o desaparecerán. Todo es cíclico.
Obviamente eso de las temporadas se amolda perfectamente a esto de los ciclos, y no se ustedes, pero al menor para mi acaba de terminar uno que prefiero olvidar. Su nombre es marzo.
Para mí el febrero del dos mil cinco fue uno de esos meses que me gustaría borrar, aquella vez por comprometerme económicamente con algunos amigos me vi en la necesidad de reestructurar drásticamente mi presupuesto para esas semanas, claro que era por unos buenos amigos y no importo, pero conforme pasaban los días, sin importar que fuera un mes corto, vaya que sentí lo tupido de la situación, aparte no ayudo en mucho encontrarme en esos momentos en una difícil posición escolar que no hacíamos que presionarme de forma algo brutal.
Sin darme cuenta llego el final de ese febrero y casi no lo podía creer, una amiga me asegura que me vio tan contento que juraba que en cualquier momento me pondría a llorar, había logrado sobrevivir a pesar de todo. Estable de mis finazas y habiendo recuperado mi inversión monetaria por fin podía permitirme un momento de esparcimiento y hasta consentirme con el ultimo álbum de U2.
Ahora bien, ojala esto tuviera que ver con dinero o un nuevo disco de la banda irlandesa, pero la verdad es que no yo mismo tengo claro todo lo que ha pasado, pero simplemente estoy muy liberado de que este mes haya acabado.
No es mi intención ventilar toda mi vida privada, porque a parte de ser privada seguro hay mejores cosas que leer, el punto de todo esto es que para explicar a grosso modo la situación no se que ha pasado en mi vida, y siendo esta mi vida eso es algo preocupante.
Bueno, siguiendo con el tema de los ciclos (porque de no hacerlo podría significar que el ultimo ciclo lunar acaba de dañar terriblemente mi coherencia al momento de escribir y por mucho que lo deteste en este momento, no hay razón para hacer tal cosa con el mes), este ultimo que ha terminado significo igual el fin de una cosas que relativamente había tomado importancia para mi, personalmente hablando, y digo relativamente porque supongo que es de esas situaciones que solo con el tiempo podré apreciar en concreto y a totalidad. A la larga puede que no importe y lo veré como otros de mis berrinches, no tan juveniles, pero berrinches al fin y al cabo, pero por el momento es algo que me tiene molesto. Hay cosas que no deberían terminar así.
De nuevo y como siempre, la escuela no ayuda en mucho. ¿Por qué? De nuevo no lo se y analizarlo sería terminar despotricando contra todos los proyectos escolares en los que me he visto involucrado recientemente.
¿Amigos? Podría decir, no gracias, pero eso solo sería una broma cruel para gente que en realidad solo se dedica a vivir su vida y apoyar en la mía, algunos son estelares y otros solo simples personajes de apoyo. Entonces queda claro, que al menos para la gran mayoría, ellos no tienen nada que ver con el odio que ahora me encuentro profesando.
¿Mas razones para odiar marzo? Claro, tantas que no puedo citar todas, pero solo por mencionar una, fue este mes cuando The Who vino por primera vez a México presentando su ultimo disco, claro que en teoría esto no es como para odiar a alguien y siendo fanático de la banda hasta debería alegrarme. Pues queda muy claro que no es así. Mi mala suerte es tal que me vi imposibilitado para conseguir el dinero, al menos de una forma legal, pues todo trabajo donde solicitaba empleo me era negado y aquellos donde me aceptaban era trabajando gratis, señores jefes: esto no es beneficencia civil, si ustedes necesitan comer yo necesito ver a The Who en vivo.
Claro que con el paso de los siguientes meses, o sea: tiempo, mi infructífera suerte con los empleos se me olvidará (y espero eventualmente a la larga encontrar algo donde me paguen), lo que haya pasado en mi vida personal igual, pero por el momento no encuentro mayor placer al decir:
Marzo, de todo corazón, que bueno que te vas, olvidaré todo lo que viví y ocurrió en ti, y espero no verte nunca más.
El Sr. Lado Brillante posted a photo:
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