Crisis editorial

El día exacto en el que comenzaron estos eventos no esta registrado, pero alrededor de diecisiete años en el pasado se comenzó a producir una crisis editorial, la gente no recuerda que fue primero, la falta de escritos o la carencia de papel.
Hace unos veinte años, probablemente más, después de varios de investigación se logro encontrar un sustituto a la celulosa, tenía casi la misma apariencia, era un poco mas clara y ligera, la ventaja era que en su proceso no era indispensable la pulpa vegetal y en números, producía menos contaminación que su pariente el plástico.
Lo que en un mundo pasado pudo haber sido un triunfo con respecto a la ecología, en este mundo actual no es mas que un triste recordatorio de lo que tanto nos buscamos, lo cierto es que tenía tiempo desde que alguien había visto una colonia de árboles creciendo libremente a la intemperie, pues los únicos especimenes que quedan eran los contenidos en las llamadas “cámaras purificadoras” donde llegaban a alcanzar el doble que en libertad, donde a pesar de ser miles alrededor del mundo, no lograban sustituir los billones de años atrás.
Nadie lo noto al principio, pero revisando los viejos boletines informativos, se puede notar que ningún escritor había dado su punto a favor del papiro sintético, como fue llamado en una cruel ironía con otro sustrato de impresión también desaparecido, pero no era de extrañarse, esa gente nunca se había caracterizado por ser especialmente sociables o adeptos a la atención mundial, puede que en el fondo estuvieran resentidos con la desaparición de su medio original de trabajo.
Los primeros libros publicados, después de un veto de cerca de una década al considerarlos peligrosos para el ecosistema mundial, fueron en su mayoría remesas de ese tiempo de prohibición donde salía a relucir un perenne sentimiento de nostalgia por los viejos tiempos cuando cualquiera podía salir a caminar por el campo, cuando todavía era campo y no terrenos de polvo sin valor, y sentarse a la sombra de una árbol a disfrutar de un buen libro firmado por algún escritor de apellido latino. La verdad no fueron lo que se pueda llamar particularmente buenos, pero eran las primeras gotas después de la sequía, talvez llegando las lluvias mejoraría todo.
Las segundas nuevas ediciones fueron penosamente menores, si bien la vida en el pasado no había sido nunca particularmente divertida era la forma de narrarla lo que la hacía entrañable, al contar la vida de su tiempo, los nuevos escritores, no se limitaron a tomar apuntes precisos, sino notas generales donde apenas variaba el paisaje descrito o las acciones realizadas.
La tercera, cinco meses después y no por exigencia del publico sino porque no había otra cosa que hacer, tardo un poco mas en llegar a la calle porque no había nada escrito, al menos no nada reciente, fue cuando entonces algunos editores lo notaron, ante la decisión de reeditar obras anteriores a la prohibición, no fueron pocos los que se dieron cuenta que en su mayoría correspondían a cosas anteriormente publicadas, con un alarmante comparativo de diez contra uno, se hizo una exhaustiva búsqueda y se edito todo lo nuevo que había. Algunos llamados escritores se intentaron aferrar a un oficio que nunca dominaron, donde al final solo acababan copiando palabras que otros ya habían escrito, poco a poco dejaron de intentarlo.
Para las siguientes ediciones no quedaba nada que no hubiera sido publicado al menos una vez, llegando al lamentable caso de recopilar trabajos que hace un año se estaban estrenando. Fue cuando comenzó el fin de las cosas como las conocemos.
Como una idea para volver a elevar las ya raquíticas ventas, surgieron las antologías y resúmenes editoriales, primero siguiendo la línea de los antiguos libros de bolsillo suprimiendo solo lo que había que suprimir, pasajes sin sentido, un personaje que solo se la pasaba bebiendo, otro al que solo era mencionado por haber viajado en el mismo medio que el protagonista o alguna línea del mismo diciendo una vez mas te amo a su coprotagonista.
Los resúmenes en un principio fueron poco osados, sintetizando la historia lo máximo aceptable, pero respetando la esencia original. Ningún escritor se quejo alegando que tenía algo nuevo que publicar. Me gustaría decir que la historia término ahí y nos quedamos consumiendo reciclados at infinitum, pero no es así.
Al no haber nada nuevo que leer la gente lo quería mas rápido, mas digerible, mientras tanto al toparse uno con alguien que públicamente se había recocido en tiempos anteriores como escritor, no quedaba mas que verlo con la condescendencia con la que se ve a las ovejas en fila para el matadero. Primero se reducían a la mitad, pero la gente siempre quería menos, poco a poco se fueron encontrando frases para sustituir capítulos enteros, palabras para párrafos, sinónimos para personajes. La fluidez, expresividad y riqueza eran conceptos por completo arcaicos.
La gente siempre pedía menos, menos hojas, menos palabras, menos conceptos y casi nada de idea. Los productores no vieron necesidad de seguir maquilando un producto que buscaba imitar lo que en algún tiempo fuera el papel, terminando produciendo, y por lo tanto, e imprimiendo en un sustrato estéril y frió parecido al papel moneda.
El límite estaba cerca cuando el Quijote fue publicado como un folleto, el Aleph reducido a la frase: se trata sobre la vida y la escritura; y Fahrenheit 451, acorde con su temática, fue incinerado en su totalidad.
Y entonces por fin la historia dejo de tener sentido.

1 Alabanzas desproporcionadas:

  Anónimo

8 de marzo de 2007, 2:01 p.m.

charros charros pancho ya escribete algo normal y no tan geek , men seriously sometimes you give me the creeps.
see ya
pd.britney´s crotch rules!!!!