El escritor Xavier Velasco define a la infancia como un periodo de tiempo que se caracteriza por el temor de parecerse a lo que los mayores, ósea todos, quieren que seamos (el clásico querubín de caudeles dorados y sonrojadas mejillas). Por su parte Café Tacvba en su primer disco expresa durante la mítica canción “El Fin de la Infancia” que ese es el momento cuando alcanzaremos una identidad con respecto a nuestra herencia cultural, dejando de imitar influencias externas y sintiéndonos orgullosos de lo nuestro.
Todo mundo conoce, o debería conocer, la obra cinematográfica de Stanley Kubrick. Uno de sus puntos más altos, sino es que el máximo, fue 2001: Odisea del Espacio. Película que simplemente puso punto y aparte en las películas serias de ciencia ficción, siendo según varias encuestas (público y críticos exquisitos) la mejor no solo de su tipo, sino del cine entero. El guión fue escrito durante un encierro de varios días en un hotel (para retroalimentarse mutuamente) en colaboración con Arthur C. Clarke, escritor de ciencia ficción y de aquel libro que hoy me tiene escribiendo (bueno, siempre estoy escribiendo), aquel de mismo nombre que la canción de Tacvba, El Fin de la Infancia.
Desde el principio de la humanidad infinidad de ideas han azorado la mente de esta, el amor, la vida eterna y lograr la perfección, pasar al siguiente nivel. Evolucionar.
Muchos tienen gran conflicto con ese concepto, pues si intentamos pasar al siguiente nivel ¿significara que no estamos completos aún? A mi parecer nunca es un error querer mirar más alto, pues es esta visión lo que ha permitido los momentos más gloriosos, no solo míos sino del hombre. Sinfonías, pinturas, esculturas, vidas y amores han sido trazados queriendo llegar más alto. ¿El espíritu podría llegar igual de alto?
¿El libro? Dicho de forma sencilla, es un gran pedazo de obra maestra de la literatura vestida de ciencia ficción, al igual que Tommy de The Who es una gran meditación sobre la espiritualidad e inclusive el misticismo inherente al ser humano disfrazada de choque de trenes con el pomposo nombre de opera rock.
La comparación con Tommy viene en que, al igual que en el disco, el libro plantea la posibilidad de alcanzar un punto más alto, pero esta vez no solo de una persona, sino de toda la humanidad y no mediante el pinball. ¿Estremecedor? Y eso que aun no he mencionado el costo.
En esta sociedad estamos acostumbrado a que todo tiene un precio, la felicidad extra puede venir en forma de droga y alcohol, la perfección física por medio de dolorosos y caros implantes (tan superfluos y pasajeros como lo fueron la belleza que intentan restaurar), la salvación eterna según los viejos cánones de la iglesia te costara el diez por ciento. Todo tiene un precio.
Al decir de muchos estudiosos en lo referente al ser humano (sin duda un animalito bastante estudiable, con potencial pues) pese a nuestros alardeos todavía estamos en una infancia, pues muchas de nuestras debilidades siguen presentes a pesar, o talvez debido, al paso de los siglos.
El libro plantea que en la aún no tan lejana época de la guerra fría los seres humanos reciben esa ayudada para el siguiente paso, todo directo del cielo, no son ángeles ni alguna otra entidad celestial, son naves que descienden de las estrellas, haciéndole ver a los humanos la suerte de ese egoísta pensamiento que han tenido por los siglos creyéndose dueños del mundo y universo, no estamos solos. Y al mando viene la anterior imagen del mal, los nuevos maestros, los superseñores.
La analogía respecto a la comparación que ofrece los superseñores y los hombres es inevitable, aun aquí persiste el tema de la infancia. Por un lado tenemos a los superseñores, misteriosa raza extraterrestre con enorme parentesco demoníaco, estas fuerzas inamovibles de la naturaleza y del orden, capaces de guiar al hombre a donde ya se ha dicho, que a pesar de sus nobles intenciones tienen un celoso secreto que guardar. Por el otro tenemos a una joven especie, dispuesta a hacerla de esponja y absorber todo lo necesario para llegar allá. El maestro y el alumno en cualquier escuela común.
Al igual que en la escuela hay reglas. No guerras, no violencia, no maltrato animal y no fijar la vista al cielo preguntando ¿de donde? Como en toda escuela hay rebeldes, gente que no solo pregunta ¿por qué?, ¿dónde?, sino que además tiene el coraje de averiguar y encontrar la más temible de las respuestas. ¿Pero no siempre son así las cosas que valen la pena?
Temáticamente ¿de que trata? Ya dije que ciencia ficción, pero el punto es que pese a las sospechas, los superseñores efectivamente ayudan a los hombres a alcanzar la tan ansiada perfección basada únicamente en aquello que muchas veces negamos con mas fuerza pero poseemos en demasía (justo como afirmaba Marlon Brandon en Superman), nuestro potencial como seres humanos, no como otra cosa.
El innegable potencial que tenemos como especie no se encuentra en otra forma más latente que con los niños y el libro no hace más que reafirmar esta idea, pues al igual que las teorías darwianas, solo sobrevivirán los más fuertes, aquellos que mejor puedan adaptarse, de nuevo y otra vez los niños. Ellos son y serán el siguiente paso a la evolución.
Sin tratar de caer en rebuscados eufemismos psicológicos, los simbolismos siguen presentes a lo largo de todo el libro. El hecho de que los niños sean aquellos que logran el siguiente paso es algo loable, parecido al hecho de renovación con semillas nuevas luego de la cosecha. Igual el hecho que la última generación de gente adulta, sin ser propiamente ancianos, al ver que ya no tienen nada que hacer adoptan un papel de una generación mayor, dejándose morir en lugar de conservar su instinto de supervivencia, viendo a la muerte como un descanso. Que el único sobreviviente adulto, y aquel que descubrió la verdad, sea originario de África y por lo tanto de raza negra tampoco es una casualidad. Mucho se ha dicho que es en dicho continente donde surgió la humanidad, ¿por qué no habría de terminar igual ahí? La tan mentada apariencia de los superseñores es que su apariencia es más la de un simple demonio que de otra cosa, cuernos, cola, alas y el color rojizo de la piel. En el libro ellos mismos plantean que es por su apariencia que al contactar con la humanidad no se mostraron de inmediato, dejando algunos años mientras esta adquiría la madurez para enfrentar eso. Explican que pese a los malos pensamiento de la gente su imagen no tiene nada de equivoco y se llega a la conclusión de que no era la primera vez que intentaban contactar con los humanos, pero debido a lo mal que termino la experiencia pasada se quedo con la asociación de la maldad con el demonio. Al final, el diablo cargaría nuevamente con dicho estigma pues son ellos los que propiciarían la destrucción de la humanidad.
No es otro libro apocalíptico, aquí la misma evolución es a que condena a la humanidad, los eventos y el conocimiento llega en avalanchas dando poco tiempo para juzgar, no así para ser juzgados.
La perfección tiene un costo, es algo que he estado diciendo y todo mundo sabe. En este caso, y para no arruinar el libro, solo diré que el final de la humanidad tiene mas tintes filosóficos que de simple evolución biológica, aquí igual surge otro simbolismo, la humanidad se une con el universo aparente, algo que igual repite Kubrick en 2001, lo cual se podría ejemplificar como el ultimo paso, un organismo menor se une con uno mayor para así trascender, ¿el hombre con dios?
Al final los superseñores se van, recelosos de un potencial que nunca tendrán, la mayor particularidad de la humanidad, el potencial de ver más alto y es eso algo que no se nos debe olvidar. Muy por encima del precio.
(Este ensayo fue escrito para mi clase de psicología, por eso se enfoca más a las cuestiones filosóficas que a contar la acción en si del libro, aparte espero que lo lean y no quería quemarles las partes más emocionantes. De verdad, léanlo)
El Sr. Lado Brillante posted a photo:
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